Los cocoteros
Serigrafía sobre tela de yute
94 x 76 cm
2016
Esta era una isla protegida y encerrada entre lomas de arena blanca y fina por arboles cocoteros, que impedían a sus habitantes, los cocos, acceder al agua. Solo los viejos habían conocido el mar en el pasado y debido al tiempo transcurrido desde entonces, comenzaron a existir especulaciones sobre la existencia de la misma y algunos oficios como marineros, pescadores y recolectores de conchas entre otros.
El cocotero era el árbol nacional de la pequeña nación aislada. Majestuoso, verde y firme. Este árbol no inspiraba mucha confianza para algunos coco-ciudadanos.
En los últimos años hubo un calentamiento en el exterior, que entró naturalmente en la isla con gran fuerza, logrando pasar velozmente entre las montañas de arena y los arboles cocoteros; derribando algunos de ellos, y esparciendo una nube de arena y confusión en el ambiente.
En el barrio Cocotero Bajo, hubo coco-ciudadanos desaparecidos en intervalos de tiempo diferentes, cosa muy extraña en la isla. Los mismos fueron vistos por última vez antes del paso del primer huracán, saliendo en circunstancias difíciles a buscar provisiones como leche, comida, periódicos, etc. Nunca se dio la noticia en coco-TV y algunos coco-ciudadanos no querían compartir ciertas coco-informaciones. Pero hay quienes, en el barrio de Cocotero Bajo, pensaban que los coco-ciudadanos perdidos fueron víctimas de un rapto ambiental y podrían encontrarse en el agua fuera de los límites de territorio-cocal.
Los coco-ciudadanos eran dirigidos por su líder Cara de coco, un presidente modelo con mucho carisma y seguro de sí, quien juraba hacer lo mejor por el bienestar de su nación.
Pasados diferentes huracanes, enviados naturalmente por el enemigo climático, los coco-ciudadanos jóvenes atraídos cada vez más por la teoría de poder transportarse con el viento, como lo hicieron al desprenderse del árbol cocotero por la fuerza de gravedad, comenzaron a preguntarse si sería realmente posible traspasar esas inmensas montañas de arena para poder ver la inmensidad del exterior. Con mucho miedo lograron reunirse para conversar e intercambiar leyendas, recordar historias contadas por sus ancestros, quienes de antaño habían conocido territorios exteriores. Historias diversas, llenas de anécdotas cargadas de fantasías y de esperanzas coloridas.
© Aurélien Mole
Detalle © Aurélien Mole
Exposición personal Mar oculto, Galería Dohyang Lee, Paris, Francia. Curaduría de la exposición: Matthieu Lelièvre. Con el apoyo del Centro Nacional de Artes Plásticas de Francia.