A la sombra y con sombreros
vidrio, tela, pintura de pared, barro, cuba de acero inoxidable
dimensiones variables
Fundación de empresa Martell, Cognac, Francia
2020
La obra de Jenny Feal, artista franco-cubana, se ha centrado desde el principio en un pasado histórico enriquecido por su imaginación. Inspirada por los recuerdos acumulados a través de los encuentros en su isla natal, crea escenas que parecen idílicas, pero en las que se silencia un discreto sentimiento de molestia.
Jenny Feal viajó recientemente al interior de Cuba, a Zaza, un pequeño pueblo de la provincia de Sancti Spiritus, a 370 kilómetros de La Habana. Es un lugar donde el tiempo se ha detenido por completo. Los centrales de azúcar están todos paralizados, excepto un sobreviviente, y la naturaleza se ha apoderado de los campos mal cuidados. Aquí es donde la pequeña familia de la artista comenzó su historia en la isla, después de dejar España a principios del siglo XX.
En esta habitación de paredes frías, la biblioteca – oficina no pretende recrear una atmósfera típicamente indolente, sino que parece estar invadida por una extraña poesía. Las pinturas murales son una reinterpretación de la superposición de capas de pintura barata típica de los modestos interiores cubanos. Estas capas sucesivas son testigos de un tiempo pasado, pero no dejan de existir. Estos pedazos, que se desprenden constantemente, son parte de una historia mal contada. Esta sala es una evocación de los sueños y los dramas de un campo cubano que ha sido confiscado, congelado y a la vez maltratado y estropeado por un régimen que no cesa de ofertar a los campesinos el uso de la tierra, pero sin darles ninguna esperanza real de poder cultivarla. ¿La productividad de un campesino está también condicionada por su creatividad? ¿Por su lectura de la realidad y luego por una nueva escritura? ¿O podría uno simplemente sentarse y dejarse llevar por esta naturaleza salvaje que es la mente, sin pensar en ella, sólo mirándola? ¿Podría una biblioteca estar compuesta tanto de libros como de recuerdos? Suspendida y reinterpretada por la artista, esta sala es como una enorme biblioteca tropical de ensueño ofrecida al público. En cuanto a esta cuba de acero inoxidable, es un contenedor de transformación cíclica. Adaptado metafóricamente al ambiente de exposición, este preparado se ha convertido en un espacio de pausa, descubrimiento y una mirada cuidadosa a los procesos que tienen lugar en su interior.
A la sombra y con sombreros, es una instalación que se presenta con elementos queridos por la artista: dos sombreros, una hamaca y una guayabera. Estos objetos fueron construidos alrededor de una repetición de la combinación de los colores rojo y blanco. Los sombreros representan el sombrero de yarey (de paja), incongruente en este espacio interior, en esta atmósfera fría y algo oscura, que cambia con la luz natural que invita a entrar en la habitación. Hechos de vidrio, estos sombreros se enfrían y se congelan en este extraño espacio. Estos sombreros no están ahí para protegerse del sol, sino para invocarlo. También podrían evocar la falta de presencia humana, la falta de la cabeza de alguien que los lleve. La hamaca simboliza la fusión de dos colores, el rojo y el blanco, que representan dos ideologías contrapuestas en Cuba. Están entremezclados y diseñados para acomodar a un solo visitante a la vez. El cuerpo de este último está suspendido para permitir que su pensamiento se apodere de esta biblioteca como una lectura, invitándolo a adoptar otra dimensión del espacio, para entrar, en algún lugar, un poco más. En la parte superior, colgada ella también, una pluma de vidrio deja pasar una luz roja sobre la hamaca. Esta representación del plumaje individual es similar al cuerpo humano del espectador que descansa ligera y horizontalmente en la hamaca suspendida. La «pluma» flota, sin ningún problema, en la parte superior de esta cuba llena de aire, aligerada por la tinta que brota de ella. Tinta de color sangre, extraña, y la historia comienza y termina allí. Esta tinta roja da testimonio de una violencia histórica, simbólica, política y social, evidenciada por una mancha de sombra en la tela blanca de la hamaca. Una vez que el visitante está en la hamaca inmóvil, la sombra de la mancha roja de la tinta aparece en el torso del cuerpo humano acostado. Liada a esta experiencia, una guayabera se coloca como un voto, en un modesto estante de madera. Ella también tiene una mancha roja, esta vez bien dispersa en la profundidad de esta prenda. ¿Lo llevaba un campesino? Estos objetos cotidianos son parte de una historia enigmática, de una desaparición. El espectador puede pensar que esta persona nunca volverá, porque todo está ausente. Esta biblioteca carece de lenguaje escrito con palabras, pero llena de poesía desempolvada, vacía y llana, intuitiva sin palabras.
Fundación de empresa Martell